domingo, 18 de enero de 2009

Lista a dormir


Una noche, de luna vacía, solo quise dormir sin pensar
Con "el" la vida estaba segura, "el" solo "el".

Los días pasaban sin altercado, esperando abrazarlo
Sentirlo, amarlo...
Y así paso mucho tiempo, mientras mi cara recibía los detalles del tiempo, en la de "el" también, pero ¿Qué mas importaba, sí estábamos juntos? el tiempo era el regalo del amor que se desvanecía en nuestras manos, y todos los días era igual. Juntos siempre juntos.

Nos conocimos una tarde de verano, quizás, no recuerdo bien.
"El" no sonreía, yo si. Mi tarea fue sacarle una palabra o alguna queja, no se.
Hablamos dentro de lo mucho que "el" habla, bastante. Me contó un pedazo de vida y yo lo mismo solo que a más velocidad, siempre hable de más.
Después de un tiempo, de idas y venidas "el" me contó lo que sentía. Para ese entonces "el" ya era parte de mi, sin que "el" lo notara, lo quería x su silencio, x su compañía y quizás x su carácter, siempre tan manso, siempre tan sigiloso.
Acepte, sin mas que decirle le dije que
lo quería, pero que lo quería en serio, no era que buscaba asegurarme la vida con "el" pero no podría jugar yo misma conmigo sin antes avisarle que destruiría mi ser de raíz si pasara "algo", algo desafortunado entre dos desconocidos.
Compartimos días y noches, buenas noticias y buenas suertes, lo mismo que malas, siempre juntos, siempre de la mano.



Yo tuve que trabajar, fue donde lo conocí...
El no tenia familia, solo traía consigo a su intelecto, su dulzura, la sutileza, supongo que fue lo que me atrajo. No me dedicaba a mirarlo, es mas nunca lo mire, el se me acercaba, hablaba con todo mi grupo y aunque yo trate de no tratarlo, el se metió en mí como un entrometido, busco dentro mió lo que yo no quería encontrar.
Nos hicimos amigos, salíamos con el grupo de vez en cuando, nunca con él solo, siempre tuve claro que a "el" lo amaba y lo iba a respetar siempre, pase lo que pase.
Una tarde de invierno no me di cuenta que paso, tampoco quería comprender, pero luego de visitar un museo de arte y de exponer con orgullo sus cuadros, me invito a pintarme, un disparate para mi, pero el tenia eso, esa facilidad de llevarte a aceptar lo que él desee... Me pinto en un cuadro bastante grande, con rasgos poco grotescos y sutiles colores vivos, parecía un espejismo de mí pero inmortal, siempre guardaría mi frescura, mi juventud y quizás eso era lo que él quería, guardarme. Varias veces pasaron situaciones un poco extrañas, pero junto a él no veía dolor, aunque mi corazón sentía que traicionaba poco a poco a "el", mi desafortunado compañero. Cuanto lloraba sintiendo que se transformaba mi corazón, era un dolor del alma, un desagradecimiento, me estaba convirtiendo en lo que jamás espere.
Él me hablaba de nosotros, cuando al fin la realidad nos supero, para él era normal, era hermoso...estaba enamorado y me disuadía de que éramos hermosos, “esto era hermoso”, pero para mí como podría ser tan hermoso traicionar? Cabe decir que jamás lo besé, jamás lo habría pensado, "el" merecía todo lo que mejor le podría dar, "el" me había ayudado a conocerme, "el" tantas cosas, ¿y yo? ¿Que era yo? ¿Que hacia yo?
"El" sentía en mi algo raro, aunque tenia razón, siempre lo pude disuadir, siempre fui rara y ese fue mi escudo. El tiempo pasó. Hasta que en el momento más preciso sentí que no podía más, lo fui a buscar, a él…
Lo encontré en su cama, desayunando solo, como era él. Llore tanto que se dio cuenta porque estaba allí, me miro y agarro mis manos tan fuerte que sentí que jamás me debía soltar. Entré y hablamos, le hable mas que todo, entre sollozos confesé que lo amaba más que al viento y al sol, más que a la miel y al azúcar, le confesé que era el sentimiento mas perverso el que sentía por él, aquel sentimiento cual ni muriendo se esfumaría, el que me hacia llorar x horas, el que me condenaba día a día.
Solo se rió, me dijo que solo estaba esperando, que me esperaba ese día, como tantos otros días y que solo me haría feliz porque yo estar ahí lo hacia feliz, solo sentirme cerca lo tranquilizaba, ya no él sí mismo. Sonaba extremista y hasta ambicioso, quien sabe, solo él entendía como quería ser feliz pero de una cosa estaba seguro, yo debía estar con él para que su formula a la felicidad resultara.
Eso sonaba extraño, pero me halagaba y me pervertía. Lo mismo sentí con "el" cuando me juro su amor para toda la vida, aquellas miles de beses que me besaba, y ahora yo estaba en otro lado y con él... Cuando le confesé todo solo me dijo, -no tengas miedo y no te culpes eres lo que eres-. Fue cuando puse en tela de juicio mi corazón y razone que yo, yo quería estar ahí, quería entregarme a él, lo deseaba y malditamente lo amaba. Me odie.

Pensé en nada, como otras veces, tantas, pero esta vez en lo más repugnante que soñé, estar con otro cuando jure amar hasta el último día. Y al pensar
neciamente me entregue a sus brazos, ese dulce tan pervertido que eran sus brazos, su piel, su rostro (Y cada vez mas recordaba el rostro de "el" de lo cuan sucia me sentía estar ahí, cuando estuve tantas otras veces con "el") pero que perfecto era ser feliz con lo protervo, con lo ruin, con lo infame.
Acordamos unirnos, y mas que todo ya no podría volver a mi hogar junto a "el" seria un castigo engañarlo mas de lo que ya había hecho, seria como un sedante para tanta culpa y para no aumentarla.

Volví a casa, abatida supongo, feliz pero miserable. Muchos sentimientos, juicios mentales,
racionalidades que no cerraban, culpa.
Decidí decirle a esa misma tarde, confesarle mis nefastos sentimientos, e intentar dedicarle un aliento de verdad a su amor, y hasta cuidarlo de mí.

En el momento que nos sentamos a escucharnos “él” hablo primero, y supongo que todo lo que al rodea siempre fue divino, como ese momento, esa noticia…
Me contó que debería irse a trabajar en otra ciudad, lejos de casa y que podríamos armar otra vez nuestra vida y viajar como tanto amaba yo (siempre me regalaba sus circunstancias) Seria transportar nuestro "amor" por el mundo como supone que lo veníamos haciendo...
¿Y mi corazón? Ya no pude confesarme.


Por la noche lo llame, (bah me despedí), explique mis razones injustas, y me expedí de mis sentimientos, él era el pecado mas hermoso vivido, el sueño de mi niñez, aquel hombre que me hacia temblar al sentirlo a mi lado. Cuanto lo amaba pero cuanto lo odiaba también. Era mi condena y fue esa mi razón por la que me aleje, según mi lógica, algo tan perfecto y maligno no duraría. Y quien sabe... siempre aposté a lo seguro. Que mezquina soy.

Los meses siguientes fueron terribles. En un principio acostumbrarse a una nueva vida fue duro, lejos de todo, de quien te escuche, de nuestra gente, solo nos teníamos el uno al otro.
El problema llego cuando "el" siguió amándome como siempre, pero yo, yo ya no estaba segura qué era lo que me ataba a "el"… no se si amor, no se si agradecimiento o hasta seguridad, no lo sé. Ya era mi corazón contra "el" y contra mi, solo peleas.


Desperté en muy mal estado, una mañana ruin, en la que me culpe hasta de vivir y de sentir.

Para cuando di cuenta de la hora ya no estaba en mi misma, solo decidí irme, volver...
Pensaba que podría explicarme, sutilmente, tratar de convencerlo, no se, solo quería que me escuche, solo eso, solo verlo.
Abrí su puerta y allí estaba solo, como su fortuna lo condeno, tirado, en el estado mas corrupto que un ser puede llegarse a hacer a sí mismo. Al verme me pregunto si era una ilusión como la de todos los días (y no me creía), le hable, me recosté a su lado para que me sintiera, pero había algo, algo como muerto en el, me pregunto si alguna vez lo había amado, y al escuchar mi respuesta se alivio entre sollozos y me pidió que no lo soltara, que lo abrase, sin mas y sin deber.
A la hora murió de mi mano, cansado, pero me dijo que feliz.


El día después fue lo último que recuerdo, mi cuerpo sintió el amor y lo destruyo, vivió la felicidad de ser amado y de ser feliz día tras día, por ende ya no quedaba más.

Y fue cuando estuve lista
Lista a dormir …eternamente...